A lo largo del recorrido expositivo el visitante podrá ver y caminar junto diversos postes de hormigón originales, así como fragmentos de alambre de espino y otros elementos que formaban parte de la estructura electrificada que impedía que los prisioneros pudieran escapar de Auschwitz y que aún hoy en día se erigen en torno al perímetro del campo.
La gran altura de estos postes, cercana a los 4 metros, y el circuito electrificado de alta tensión que protegía su efectividad, junto al estricto control que los miembros de la SS realizaban desde las múltiples torres de vigilancia dispuestas a lo largo y ancho del campo, hacían que cualquier intento de evasión fracasara.
De hecho, los francotiradores de la SS no dudaban en disparar a cualquiera que se acercara a la alambrada.